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November/December 2011

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Orlando Gamboa Latino Enfoque Periodista colombiano con 43 años de experiencia en Colombia, Ecuador, Venezuela y Estados Unidos. Ha sido editor de numerosos diarios y actualmente es escritor freelance. Es experto en temas latinoamericanos y en el fenómeno de la inmigración irregular en Estados Unidos. s la moda, hay que declararse indignado por cualquier cosa, aunque en realidad nada sea una molestia concreta. Dicen que el 99 por ciento de la humanidad está indignado por razón de lo que hacen o dejan de hacer los miembros del exclusivo club del uno por ciento restante. Hay indignados con la avaricia de los banqueros, el desempleo, la inseguridad en salud, la pobreza, la contaminación, los irracionales gastos ofi ciales, la reforma de la educación o la falta de reforma, el abuso policial, la marginación política y económica, en fi n, por todos los males... ¿Por todos? Claro que no. ¿Dónde están, por ejemplo, los indignados con el trato que Alabama les da a los inmigrantes irregulares y, de paso, a los inmigrantes en general y a los hispanos en particular? ¿O es que la infame ley HB-56 no es un terrible atropello a la dignidad humana? Pero, en especial, ¿dónde están los indignados con la infame situación de miles de niños que debieron huir de las escuelas de ese estado, para no poner a sus padres en riesgo de deportación? ¿Dónde están esos indignados? O ¿será que para los indignados por moda, la causa de los inmigrantes irregulares de Alabama no es causa de indignación? Y ¿dónde están los indignados por las fatales consecuencias sociales, económicas y políticas causados en Alabama por normas salidas de mentes muy probablemente desquiciadas de políticos republicanos y radicales animados por sentimientos segregacionistas, xenófobos, claramente racistas? Familias enteras de hispanos de Birmingham han permanecido hasta una semana sin salir de sus destartaladas 18 | | Noviembre/Diciembre 2011 ¿Y la indignación por Alabama? E Por: Orlando Gamboa, orlandogamboa@hotmail.com trailas, escondidas, enfermas y aterrorizadas, y con sus niños angustiados y llorando. ¿Saber eso no genera la menor muestra de indignación de nadie? ¿En qué plaza o parque de qué pueblo de Alabama están protestando los engominados líderes hispanos que infl an el pecho en las fotos mientras dicen ser los defensores irreductibles de los hispanos y sus causas? ¿Dónde están, cuáles son sus consignas; cuáles, sus objetivos? ¿O será que están tan indignados por la avaricia bancaria y las otras causas de moda, que no les alcanza la indignación para apoyar a los suyos, que incluso pueden ser sangre de su sangre? Valientes líderes estos, incapaces de jugársela por su gente arrinconada, acorralada, perseguida, humillada, ofendida, criminalizada, privada de lo más elemental para su supervivencia, sometida a una nueva esclavitud… Contra líderes y defensores así de indignados y decididos ¿quién podrá enfrentarse? Si ellos conmigo, ¿quién contra mí? No se atreverán ni siquiera los más poderosos republicanos sureños. Ni siquiera ellos. Que no se preocupen los inmigrantes irregulares de Alabama. La HB-56 es sólo una nana, un sencillo juego de bebés, ante la furia, la determinación, la irreductible vocación de servicio del liderazgo hispano de EU. Que se tengan de atrás los radicales, los xenófobos, los discriminadores, los racistas de este país. Ellos, pobres molinos de viento, no tienen la menor idea de lo que les corre pierna arriba: la ira desbordada de los líderes hispanos, que con su indignación gritaron que ya basta de joder a los inmigrantes irregulares, a los pobres, a los indefensos. Señores republicanos: están advertidos.

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